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El manuscrito Voynich


La mayor parte de nuestro conocimiento social, así como nuestras creencias sobre el mundo, emanan de las informaciones que leemos o escuchamos a diario. Es muy probable que no exista otra forma de conocimiento, salvo al que nosotros podemos acceder de forma directa, o sea, viendo, tocando y sintiendo. Incluso de esta manera no todo lo que podemos observar de forma directa, es lo que realmente existe, pues siempre recibiremos las cosas desde nuestro punto de vista y forma de pensar y creer. 
A pesar de todo, esta página lo único que hará será exponer aquellos sucesos que trascienden a consecuencia de su singularidad, la cual los hacen sobresalir de los hechos normales y cotidianos de cada día. Espero que les sea al menos, interesante.
Según se vayan publicando noticias recientes, los títulos de las más antiguas, irán pasando a la página: "Archivo noticias con misterio"

El Manuscrito Voynich ha sido descifrado.
El Manuscrito Voynich, el último manuscrito que hasta ahora nunca había podido ser descifrado; aquel que ha resistido las mentes más privilegiadas a lo largo de los siglos, incluido alguno que hizo de ello la razón de su existencia; aquel que ha resistido hasta ahora todo tipo de algoritmos y técnicas conocidas. Ese manuscrito  medieval creado en el siglo XV, por fin ha sido descifrado. Tal y como suena.


La historia es del todo fascinante y a nuestro entender, no deja lugar a dudas del tamaño de la hazaña conseguida por este intrépido investigador; un finlandés llamado Viekko Latvala y autoproclamado “Profeta de Dios”.
Esta persona, empresario de profesión y sagaz descifrador de afición, ha sido capaz en tan sólo unas horas de profunda meditación, de analizar y descifrar el desde ahora, nada misterioso manuscrito, cuyos conocimientos medievales emergen a la luz pública. He aquí a modo de ejemplo, un párrafo descifrado:
“El nombre de la flor es Corazón de Fuego. Embellece la piel cuando se utiliza como ungüento. El aceite es exprimido de los capullos. Este ungüento se utiliza para las arrugas. Se puede utilizar para los riñones y la cabeza, ya que previene inflamaciones y es antibiótica. La planta mide diez centímetros de altura. Crece en pendientes cálidas y secas. Su color es verde brillante.”


Es fascinante los conocimientos científicos que los copistas , que ya que sabemos que fueron varios,  tenían sobre Biología, Física y Matemáticas. Así, eran capaces de conocer los efectos medicinales de los antibióticos fabricados cinco siglos más tarde o el sistema métrico decimal instaurado en Ginebra en 1960, y gracias al cual, usamos el centímetro como unidad de medida.
Disculpamos a los lectores por haber usado la ironía en un asunto tan serio. Sin duda, hay una explicación mucho más pausible a todo esto: Sus autores debieron usar algún agujero de gusano, o sistema similar,  para viajar en el tiempo y visitar nuestra era. Supongo que aturdidos y conmocionados por lo que vieron, retornaron a su época y reflejaron en él lo que vieron, sin duda, nada bueno. Ir al vídeo

Si quieres ver el manuscrito, pasar sus páginas, ampliarlo al tamaño que deses para verlo, solo tienes que picar en el siguiente enlace, será como tenerlo casi en tus manos. Ir a manuscrito

Algunas palabras descifradas
Aunque la noticia anterior parecería genias si fuese cierta, ahora si que parece que al menos alh¡gunas palabras del manuscrito si han sidi descifradas. Todo un reto para un libro que tantos añoa ha guardado su mensaje.

La británica Universidad de Bedfordshire ha anunciado que uno de sus profesores, experto en lingüística aplicada, ha conseguido descifrar diez palabras del manuscrito de Voynich, un libro del siglo XV considerado como «el más misterioso» del mundo y que, hasta ahora, resultaba un auténtico galimatías al que nadie encontraba sentido, hasta el punto de que ha llegado a ser tachado de fraude.

El manuscrito de renombre mundial está lleno de ilustraciones de plantas exóticas, estrellas y figuras humanas misteriosas, además de muchas páginas escritas en un idioma desconocido. Hasta ahora la obra ha desconcertado a estudiosos y criptógrafos. Se han propuesto las más distintas teorías sobre su autoría. Algunos sugieren que la obra está relacionada con Leonardo da Vinci, los cátaros, la tribu perdida de Israel o los aztecas... Incluso se ha llegado a proclamar la disparatada idea de que fue escrita por extraterrestres.
El pasado año, un estudio de la universidad de Manchester sugería que el texto comparte características con lenguas auténticas y que podría contener mensajes codificados, pero solo en la ficción el Voynich ha podido ser descodificado por completo, nada menos que por el arqueólogo Indiana Jones, que lo utilizaba para encontrar la «piedra filosofal».

El profesor Stephen Bax cree haber comenzado a desvelar por fin los significados de misterio del libro de Voynich utilizando su amplio conocimiento de los manuscritos medievales y su familiaridad con las lenguas semíticas como el árabe. Utilizando un cuidadoso análisis lingüístico, está trabajando en ello letra por letra, según explica la universidad en un comunicado.
«Di con la idea de identificar nombres propios en el texto, siguiendo enfoques históricos que han descifrado con éxito los jeroglíficos egipcios y otros misteriosos escritos, y que luego utilizan esos nombres para resolver parte del texto», explica Bax.
«El manuscrito tiene un montón de ilustraciones de estrellas y plantas. Fui capaz de identificar algunas de ellas, con sus nombres, al observar manuscritos medievales de hierbas en árabe y otros idiomas, y luego comencé la decodificación, con algunos resultados emocionantes», apunta.
Taurus y cilantro

Entre las palabras que el experto ha identificado está el término para «Taurus», junto a un dibujo de siete estrellas que parecen ser las Pléyades, y también la palabra «Kantairon» junto a una imagen de la planta centáurea, una conocida hierba medieval, así como otra serie de plantas, entre las que se encuentran el «cilantro», «eléboro» y «enebro», también con sus dibujos correspondientes.
Aunque la decodificación del profesor Bax es todavía parcial, podría ser un avance importante para un desciframiento completo del texto. «Mi objetivo es alentar a otros lingüistas a trabajar conmigo para descifrar toda la secuencia con el mismo enfoque, aunque no será fácil. De esa manera, quizás podamos entender lo que sus misteriosos autores estaban tratando de decirnos», agrega. Eso sí, de lo que Bax está convencido es de que el manuscrito «no es un engaño». «Probablemente, es un tratado sobre la naturaleza, tal vez en un lenguaje asiático o de Oriente Próximo».

Datos del Manuscrito Voynich
El llamado Manuscrito Voynich o Códice Voynich es un misterioso libro ilustrado, escrito hace unos 500 años por un autor anónimo en un alfabeto que hasta ahora no ha sido identificado y que se conoce como voynichés.
Lo interesante del manuscrito es que se trata del único documento que hasta ahora ha resistido todos los ataques de los mejores criptógrafos y de todos los medios informáticos que han intentado descifrarlo incluidos los mejores especialistas estadounidenses y británicos en descifrados de la Segunda Guerra Mundial (famosos por haber conseguido descifrar los códigos secretos japoneses y alemanes). ¿Qué se ha conseguido? … prácticamente nada. Tal sucesión de fracasos no ha hecho otra cosa que alimentar la teoría opuesta: el libro no es más que un elaborado engaño, una secuencia de símbolos al azar sin sentido alguno.
El nombre del manuscrito se debe al especialista en libros antiguos Wilfrid M. Voynich, quien lo adquirió en 1912. Actualmente está catalogado como el ítem MS 408 en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale.

Descripción del manuscrito
El libro tiene unas gruesas tapas de vitela (una especie de pergamino hecho de cuero de cordero muy trabajado y fino) aunque esta encuadernación fue añadida posteriormente, posiblemente en el siglo XVII. Contiene un total de 116 folios, aunque la numeración de ellas, que al parecer es posterior al texto indica que faltan otras 28. El tamaño es de 16.2 centímetros de ancho por 23.5 de alto, además de 5cm de grosor.
El texto está iluminado de diferentes colores, azul, amarillo, rojo, castaño y verde y profusamente ilustrado con acuarelas de plantas desconocidas, mujeres desnudas y otros motivos, excepto en la última “sección” -luego veremos cuáles son- que sólo contiene texto. Sólo 33 páginas contienen sólo texto.

En la obra hay más de 170.000 caracteres y 40.000 palabras con un tipo de letra minúscula. Hay que señalar que parece que en primer lugar se dibujaron las ilustraciones y luego se añadió el texto escrito, pues en ocasiones el texto se superponen a las ilustraciones que en todo el texto no se puede observar ni una sola corrección, como si hubiera sido escrito conociendo exactamente lo que se deseaba escribir , sin ningún titubeo y sin signos de puntuación. Contiene algunas anotaciones en tapa interior realizada por los últimos propietarios.
Los folios que forman el manuscrito están numerados en la esquina superior derecha, realizados claramente tras la encuadernación del libro.

El texto del Manuscrito Voynich
El texto (llamado voynichés) fue claramente escrito de izquierda a derecha, con un margen derecho desigual. Las secciones más largas se encuentran partidas en párrafos, a menudo con "viñetas" en el margen izquierdo. No hay evidencia de signos de puntuación.
El texto es fluido, sin enmiendas ni tachaduras como si el escriba entendiera lo que estaba escribiendo mientras lo hacía; el manuscrito no da la impresión de que cada carácter haya tenido que ser calculado antes de ser escrito en la página. No sólo parece ser que el escriba estaba transcribiendo un texto sino que además, conocía el lenguaje usado a la perfección.
Contiene de más de 170.000 glifos, normalmente separados unos de otros por pequeños espacios. La mayoría de ellos están escritos con uno o dos trazos simples. Considerando que existen disputas sobre si ciertos glifos son distintos o no, se calcula que el alfabeto entero consta de entre 20 y 30 glifos totales para casi todo el texto, con raras excepciones de algunas docenas de caracteres "extraños", encontrados una o dos veces en todo el texto.

Los espacios más anchos dividen el texto en alrededor de 35.000 "palabras" de longitud variada. Estas parecen seguir una cierta fonética o reglas ortográficas de cierto tipo; por ejemplo, algunos caracteres deben aparecer en cada palabra (como las vocales en el castellano), algunos caracteres nunca siguen a otros, algunos pueden ser dobles pero otros no.
Por otro lado, el "idioma" del manuscrito Voynich, el voynichés, es distinto de los idiomas europeos en varios aspectos. En particular no existen palabras con más de 10 "letras". Además, la distribución de letras dentro de una palabra es algo peculiar: algunos caracteres aparecen solamente al principio de una palabra, otros solamente al final y algunos siempre en el medio.
El texto parece ser más repetitivo que los típicos idiomas europeos; existen secuencias en las cuales la misma palabra común aparece hasta tres veces consecutivas.

Datación de la obra
En 2009, investigaciones de la Universidad de Arizona (EE.UU.) demostraron, mediante la prueba del carbono 14, y con una fiabilidad del 95%, que el pergamino del manuscrito podía datarse entre 1404 y 1438. Por otra parte, el McCrone Research Institute de Chicago demostró que la tinta fue aplicada no mucho después, confirmando así que el manuscrito es un auténtico documento medieval.
Además la tipografía es la llamada "cursiva humanista", un estilo de escritura que estuvo en boga en Europa durante un par de décadas del siglo XV.
Por otro lado, el estilo de los peinados que llevan las figuras femeninas es exactamente el de los que se utilizaron entre 1480 y 1520. En algunas ilustraciones aparecen castillos típicamente centroeuropeos y del estilo de la Baja Edad Media.

Ilustraciones
El libro está plagado de ilustraciones que en contra de lo que pudiera parecer (ayudar a comprender su significado) no hace sino complicar aún más su descifrado. Exceptuando la última sección, que contiene únicamente texto, casi la totalidad de las páginas contienen al menos una ilustración. Los expertos que han trabajado sobre él, coinciden en diferenciar las ilustraciones en 6 secciones aparentemente diferenciadas entre sí. Las secciones y sus nombres convencionales son:

El Herbolario:  La más extensa pues ocupa 130 páginas en las que se muestran una o incluso dos plantas junto a algunos párrafos de texto, en un formato típico de herbarios europeos de la época. La inmensa mayoría de ellas corresponde a plantas que no existen ni han existido nunca, o, dicho en otras palabras, a especies que no pueden ser identificadas por ningún botánico del mundo. Algunas partes de estas ilustraciones son copias en mayor escala y detalle de bocetos vistos en la sección farmacéutica.

Algunas plantas si son conocidas. Así la hoja dibujada en el folio 42, pertenece a la variedad Rumex acetosa -conocida como acedera- una hortaliza de sabor ligeramente amargo que se come como hoja verde en ensalada. En la misma página, aparece una imagen más pequeña de una hoja perteneciente a una especie del género Oxalis Linneo. Lo único que ambas plantas tienen en común es el gusto amargo debido a que ambas contienen ácido oxálico, que en grandes dosis es sumamente tóxico.
En la hoja 100 hay un dibujo de una planta que, ha sido identificada por el botánico O´Neill como Botrychium lunaria Swartz. Su nombre común es "lunaria menor", y desde antiguo se la conoce como astringente y antidiarreica.

Sección Astronómica:  Esta sección contiene diagramas circulares, algunos con lo que parecen ser soles, lunas y estrellas, lo que sugiere que trata de astronomía o astrología. Existe una serie de 12 diagramas muestra símbolos convencionales para constelaciones zodiacales (dos peces para Piscis, un toro para Tauro, un soldado con un arco para Sagitario, etc.). Cada símbolo está rodeado por exactamente 30 figuras de mujeres en miniatura, la mayoría de ellas desnudas, cada una sosteniendo una estrella.

Resulta cuanto menos curioso que sean 30 en lugar de 60 (un número mucho más “exotérico” y astronómico). Además, entre las páginas perdidas se encuentras las de Acuario y Capricornio, mientras que Aries y Tauro están separados en cuatro diagramas con 15 estrellas cada uno. Algunos de estos diagramas se encuentran en páginas desplegables. Sobre las páginas que faltan hay que decir que no fueron arrancadas, sino descosidas (proceso muy laborioso) y algunos afirman que en ellas estaba la clave que permitiría descifrar el texto.

Sección Biológica: Un texto denso y continuo con figuras de pequeñas mujeres desnudas (y quizás embarazadas) tomando baños en un líquido verde dentro de una especie de balnearios o tinas interconectadas por una elaborada red de tuberías, algunas de ellas claramente en forma de órganos genitales femeninos. Algunas de las mujeres llevan coronas. Algunos autores afirman que estas conducciones de agua representan, en sentido figurado, a los vasos sanguíneos, el sistema cardiocirculatorio, el aparato  digestivo y los órganos reproductivos.

Sección Cosmológica:  Es una sección muy oscura, repleta de diagramas circulares, pero de naturaleza desconocida con páginas desplegables. Una de ellas es bastante llamativa ya que está formada por seis páginas de largo, que contiene una especie de mapa o diagrama de lo que parecen seis islas conectadas por
calzadas, castillos y lo que parece un volcán.

Sección Farmacéutica:  Esta parte contiene ilustraciones de partes de la planta, ya sea el tallo, la hoja o la raíz y pequeños fragmentos de texto, como si se estuviera describiendo la aplicación de esas plantas. Aparecen objetos similares a jarras farmacéuticas (albarelos) a lo largo de los márgenes y como hemos dicho, algunos párrafos de texto.

Recetas: La forman muchos párrafos cortos, cada uno marcado con una "viñeta" en forma de flor (o estrella) que podrían ser pasos o instrucciones para elaborar algo (presumiblemente un producto químico o alquímico).

Las cuatro cartas
Cuando el manuscrito es “redescubierto” por Voynich en el año 1912, el libro guardaba entre sus páginas una carta. Esta junto a otras tres conocidas posteriormente, estaban dirigidas al mismo hombre: Athanasius Kircher.
Uno de los primeros propietarios del Manuscrito Voynich fue Georgius Barschius o Georg Baresch, un oscuro alquimista que vivió en Praga a comienzos del siglo XVII. Georg Baresch, pensó en Kircher como el único hombre capaz de interpretar sus extraños caracteres. Así, Baresch le escribió una carta en 1637, en la que le pedía estudiara el texto y tratara de hallar una solución al problema. Esta primera carta se ha perdido pero se sabe que no obtuvo respuesta.
Ante el silencio de Kircher, Baresch volvió a escribirle dos años más tarde. Esta segunda carta -que sí se conserva- reitera el pedido de que Kircher se ocupe del manuscrito, aprovechando el viaje de algunos religiosos amigos de Baresch desde Praga (donde estaba Baresch) hacia Roma (donde estaba Kircher). La carta está actualmente en los Archivos de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

Dentro del libro en sí, Voynich encontró una carta. También está dirigida a Kircher y está fechada en 1666. El autor de la misiva es otro personaje llamado Johannes Marcus Marci de Cronland, rector de la Universidad de Praga. El original se encuentra junto al libro, en la Biblioteca Beinecke. No fue la única carta de Marci ya que se conserva también en los Archivos Gregorianos una carta anterior a Kircher sobre el mismo asunto.

De todas las cartas, sin duda la que estaba en el interior del libro se puede considerar especial, ya que aporta datos sobre su origen. En esta carta, conocida como “Carta Marci” dice haber heredado el libro de un amigo íntimo (que aunque no nombra, sabemos que era Georg Baresch) y pide a Athanasius que lo traduzca porque está convencido que es el único que podrá hacerlo.Además y esto es lo importante, informa que el libro pertenecíó a Rodolfo II de Bohemia -según le contó un profesor de lengua del entonces Rey de Bohemia Fernando III- por el que pagó la gran cifra de 600 ducados (unos 45.000 euros actuales). Además “él creía que el autor era el inglés Roger Bacon.

Athanasius Kircher
Athanasius nació en Alemania el 2 de mayo de 1601 (ó 1602), y se le considera como el hombre más ilustrado de su tiempo. Hijo del filósofo Johannes Kircher, Athanasius era sacerdote de la Compañía de Jesús, matemático, astrónomo, geógrafo, sismólogo, vulcanólogo, lingüista e inventor. Desarrolló un instrumento para medir el campo magnético terrestre, un eficiente anemómetro, y diversos tipos de relojes solares. Además como lingüista experto en idiomas orientales fue el primero en traducir el texto alquímico La Tabla Esmeralda del árabe al latín, aunque dominaba otras lenguas como griego y hebreo. Tuvo gran fama como descifrador de jeroglíficos, disciplinas ambas sobre las que escribió varios libros.

Fue el primer lingüista en comprender que el copto era una lengua derivada del egipcio antiguo, y fue comisionado por el Papa para traducir los textos de un obelisco egipcio que se llevó a Roma (traducción que hoy sabemos era totalmente errónea).
Kircher murió en 1680 en París, luego de haber pasado la mayor parte de su vida convertido en una especie de superestrella o celebridad científica internacional en numerosas ramas de la ciencia, pero especialmente en la lingüística y la filosofía.

Pero a lo largo de su vida, Athanasius recibió nada menos que cuatro cartas referentes a un extraño libro. Nunca respondió a ninguna de ellas. Sin duda lo hubiese hecho de haber sido capaz de descifrar el libro pero basta ponerse un poco en su pellejo para entender que de no ser así, hubiese puesto toda su fama en entredicho. Sin duda, el silencio era la respuesta más adecuada. Tampoco parece acertado pensar que Athanasius hubiese descartado las cartas catalogándolas de “minucias sin importancia”, porque de hecho se interesó por la adquisición del libro. La copias copias del libro que recibió junto a la carta del prestigioso Rector de la Universidad de Praga y además amigo suyo, debió levantar la curiosidad de una personalidad tan reputada e intrigada por los misterios como era Kircher.

ESTUDIO ESTADÍSTICO DEL MANUSCRITO VOYNICH
La Ley de Zipf

La primera prueba de que el lenguaje del manuscrito Voynich es real, es un dato que los autores del libro no podían conocer cuando lo escribieron, dado que fue postulado quinientos años después de su creación. Se trata de la llamada “ley de Zipf”, ideada por el lingüista George Zipf. Zipf explicaba que hay una frecuencia universal de palabras cortas y largas en todas las lenguas humanas. Para que un idioma sea creíble, debe respetar los parámetros establecidos su ley, que viene a decir que en todas las lenguas conocidas la longitud de las palabras es inversamente proporcional a su frecuencia de aparición (cuantas más veces aparece una palabra en un idioma, más corta es). Esto es debido a que la explicación a esta ley se basa en la economía lingüística: las palabras que más utilizamos son más cortas y así requieren menos energía, por ello es el uso de una lengua el que acaba por imponer esta ley.
El lenguaje del manuscrito Voynich encaja perfectamente con esos parámetros: su frecuencia de palabras cortas y largas es equivalente a la de muchos otros idiomas que utilizamos ahora mismo. Sin embargo, esta condición parece necesaria pero no suficiente. Podemos crear libros sin contenido alguno que cumpla esta regla. No es sorprendente que la cumpla hoy, lo que parece inaudito es que la cumpla un texto creado hace 
500 años.

Análisis estadístico
Jorge Estolfi hizo un estudio estadístico comparando el Voynichés con otros lenguajes naturales como el latín o el inglés. El estudio que en el fondo es simple, consiste en medir cuántas palabras tienen una longitud dada. Es decir, cuántas de ellas tienen longitud 1 (entre ellas “y”, “o”...), cuántas longitud 2 (“el”, “la”...) y así en adelante.
Ahora usemos la herramienta estadística del “histograma”, herramienta que hemos estudiado en nuestra tierna infancia consistente en dibujar un rectángulo cuya altura corresponde a la cantidad de palabras que tienen la longitud dada. Es decir, si hay 40 palabras que en castellano tienen longitud 3, colocaríamos un rectángulo de altura 40 sobre el 3. Si hubiese 50 palabras de longitud 4, colocaríamos un rectángulo de Podemos unir los puntos más altos de cada rectángulo obteniendo así la figura que vemos a la derecha. Se conoce como polígono de frecuencias.

La curva que nos queda es muy característica. En todos los idiomas naturales, encontramos un patrón parecido. Nuestro histograma es una curva muy plana pero distinta del Voynichés. La de este idioma tiene un nombre muy importante en estadística y se conoce como Distribución Normal.
¿Qué es la Distribución Normal?. Bien, imaginemos una variable de nuestro entorno, como por ejemplo el peso de una población, la altura, la suma del resultado de dos dados o la longitud de la cochinilla criada en cautividad. Cojamos varios ejemplares (por ejemplo, de la suma de los dos dados). Obtendríamos: 4, 12, 7, 8. Nada destacable. Hagamos el siguiente experimento: En un folio, escribimos en la parte inferior los posibles resultados obtenidos al tirar los dos dados: 2 – 3 – 4 -5 – 6 -7 -8 – 9 -10 -11 – 12.

Ahora rescatamos dos dados de nuestro viejo parchís y comenzamos a tirar. Sobre la puntuación obtenida colocamos una X. Así, si la suma es 6, sobre el 6 dibujamos la X. Realizamos este experimento una y otra vez (no menos de 50 tiradas). ¿Podemos obtener cualquier dibujo?. La respuesta es NO. Es más, de no ser así no hay dudas que el dado está trucado. Las leyes del azar están ahí y por tanto, nuestro dibujo será muy parecido al siguiente:
La figura obtenida es la llamada “campana de Gauss” asociada a la distribución Normal. Cualquier variable, repetido el experimento un número “importante” de veces podemos suponer que sigue esa campana.

Volviendo a nuestro “Voynichés”, vemos que es “Normal” en cuanto a que la longitud de las palabras de ese idioma siguen exactamente esa curva. ¿Es ello un dato que nos permita suponer que el lenguaje tiene un sentido o es una superchería?. La respuesta no es fácil, pero lo que ya podemos decir es que si se trata de una broma pesada o una estafa, el engaño está profundamente elaborado. Hay que recordar que en el siglo XV la estadística no existía más que tres o cuatro pinceladas perdidas en algún libro de aritmética. Sin duda, su inventor, no sabía nada de esta ciencia. Si pedimos a alguien que simule la tirada de dos dados, empezará a decir resultados al azar. Si conoce las leyes estadísticas, intentará mencionar el 7 en más ocasiones que los demás, seguido del 6 y el 8, el 5 y el 9, etc.

En el primer caso, será imposible que los resultados obtenidos se asemejen a los reales. En el segundo, podrá acercarse en función de lo meticuloso que haya sido en su exposición. En todo caso, hacerlo en un todo un libro es imposible.
De ser un idioma real, este patrón revela la existencia de algo “artificial” asociado a las leyes del azar. Sin duda en su codificación se han utilizado elementos que han introducido aleatoriedad al proceso. Lo explico con un ejemplo sencillo.
Supongamos que queremos codificar un texto. Por ejemplo, los primeros párrafos de la Institvcion de la Academia Real de Mathematica, de Juan Herrera (Madrid 1584). Los primero es cambiar los espacios por “X” para no confundirnos. El texto sería el siguiente:

Don Phelippe, por la gracia de Dios. Rey de Castilla, de Leon, de Aragon, de las dos Sicilias, de Ierusalem, de Portugal, de Nauarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galizia, de Mallorcas, de Seuilla, de Cerdeña, de Cordoua, de Corcega, de Murcia, de Iaen, de los Algarues, de Algezira, de Gibraltar, de las Islas de Canarias, de las Indias Occidentales, Islas y tierra fierme del Mar Oceano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brauante y Milan, Conde de Abspurg de Flandes, y del Tirol, y de Barcelona, Señor de Vizcaya, y de Molina , &c. Por quanto por parte de vos Iuan de Herrera nuestro aposentador de Palacio, nos fue fecha relacion, que auiendo nos mandado que en esta nuestra Corte, se leyessen las licencias Mathematicas y en vn breue volumen declarauades el fin para que se haze, y los libros que conforme a la profession de cada vno se han de leer. Supplicandonos os mandassemos dar licencia para que se imprima, pues es vtil y prouechoso, para cada vno que quisiere oyrlas, el saber el fructo que della se puede sacar, y los autores que en cada qual deue seguir, o como la nuestra merced fuesse.

Ahora tomemos dos dados y lancémoslos. Supongamos que obtenemos un 2. La primera palabra codificada sería la formada por los dos primeros caracteres: Do. Tiremos los dados de nuevo: un 4. La siguiente palabra sería nXPh, y así sucesivamente. La longitud de las palabras de nuestro idioma seguirían exactamente el mismo patrón que el Voynichés.
No obstante, el mismo resultado podría obtenerse eligiendo las palabras de un texto en cualquier posición y aunque cumpla el patrón de normalidad, no tendría sentido ninguno.

También tenemos que preguntarnos: ¿Siguen el resto de lenguajes naturales la distribución Normal?. La respuesta es no. La curva es similar aunque no igual, ya que en los lenguajes naturales la longitud de las palabras de más uso se concentran en aquellas de seis, siete u ocho palabras para ir disminuyendo paulativamente en un descenso suave, no siendo por tanto simétrica como se puede contemplar en el siguiente gráfico:

Por otro lado, la entropía (el grado de desorden de un sistema) es similar a aquella de textos en latín. Algunas palabras aparecen exclusivamente en ciertas secciones, o sólo en algunas páginas; otras son frecuentes en todo el manuscrito. Existen muy pocas repeticiones entre las miles de "leyendas" adjuntas a las ilustraciones. En la sección herbario, la primera palabra de cada página aparece solamente en esa página,  pudiendo representar el nombre de la planta.

HISTORIA DEL MANUSCRITO VOYNICH
El primer dueño confirmado del manuscrito fue un cierto Georgius Barschius, un oscuro alquimista que vivió en Praga a comienzos del siglo XVII. Por las cartas encontradas sabemos que Barschius (o Baresch) se encontraba tan confundido con respecto al libro como nos encontramos en la actualidad. La carta enviada a Kircher de la que ya hemos hablado, es la mención más antigua del manuscrito hallada hasta la fecha.

Se desconoce si Kircher respondió al pedido, pero aparentemente se encontraba lo suficientemente interesado como para intentar adquirir el libro, que Barschius rehusó vender. Tras la muerte de Barschius el manuscrito pasó a manos de su amigo Johannes Marcus Marci, en aquel entonces rector de la Universidad Carolina de Praga, quien rápidamente envió el libro a Kircher, su amigo corresponsal. La carta de Marci (1665) se encuentra aún adjunta al manuscrito. En esta carta le ofrece el manuscrito para su descifrado y menciona que fue adquirido por el emperador Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) por 600 ducados de oro. La carta menciona luego que en la corte de Rodolfo II se creía que el autor del manuscrito era el famoso Roger Bacon (el fraile franciscano que vivió entre 1214 y 1294).

El reinado de Rodolfo II es importante en la historia y en la ciencia. Fue el soberano que no supo impedir la nefasta Guerra de los Treinta Años. Si bien, la ciencia lo recuerda con respeto y agradecimiento, ya que fue este soberano quien ejerció el mecenazgo sobre Tycho Brahe y Johannes Kepler, y todos los historiadores de la ciencia están de acuerdo en que ninguno de ellos hubiese logrado lo que logró sin el apoyo político y económico de Rodolfo II.
Rodolfo II se interesó por la magia, la alquimia, la brujería, el exoterismo y sobre todo por los objetos y libros extraños. Su castillo de Praga se convirtió en el centro de reunión científicos serios como Tycho y Kepler y otros menos serios como Giordano Bruno (luego quemado por hereje), John Dee (considerado como un mago negro) y aventureros-estafadores como Edward Kelley.
Rodolfo II tenía una enorme habitación llena de libros y manuscritos de magia, alquimia y astrología, pues estos temas eran tanto su pasión como su pasatiempo. La colección que reunió sobre estos temas eran de las mejores y más completas de la historia.

No se encuentran menciones del libro en los dos siglos siguientes, aunque muy probablemente fuera conservado, junto con la correspondencia de Kircher, en la biblioteca del Collegio Romano (actualmente la Universidad Pontificia Gregoriana). Allí permaneció probablemente hasta que las tropas de Víctor Manuel II de Italia conquistaron la ciudad en 1870, anexionando los Estados Pontificios al nuevo Estado italiano. El nuevo Gobierno italiano decidió confiscar muchas de las propiedades de la Iglesia, incluyendo la biblioteca del Collegio. De acuerdo con las investigaciones de Xavier Ceccaldi y otros, justo después de este acontecimiento muchos de los libros de la biblioteca de la universidad fueron transferidos precipitadamente a las bibliotecas personales de su facultad, donde quedaban a salvo de la confiscación. La correspondencia de Kircher, incluyendo el manuscrito, se encontraba entre estos libros. 

Wilfryd Michal Habdank-Wojnicz nace el 31 de octubre de 1865 en Kaunas, Lituania. Químico y farmacéutico, estudió en las Universidades de Varsovia y San Petersburgo, doctorándose en su especialidad por la Universidad de Moscú. Encarcelado por problemas políticos en Siberia huye hasta llegar a Hamburgo donde vende su abrigo y anteojos para comprar un arenque ahumado, un trozo de pan y un pasaje de tercera clase en un barco de carga que transportaba fruta a Londres. En esta ciudad rehace su vida y se casa con la quinta hija del matemático y filósofo George Boole.

Wojnicz , que a estas alturas ya firmaba como "Voynich", comenzó a interesarse por los libros, manuscritos y catálogos antiguos. En esta tarea prosperó, y pronto estableció un importante comercio de libros raros en Soho Square N° 1, Londres, a donde acudían todos los coleccionistas deseosos de adquirir un ejemplar largamente soñado.
Parece ser que alrededor del año 1912 el Collegio Romano se encontraba en una situación económica precaria y decidió vender, discretamente, algunas de sus propiedades. Así fue cómo Wilfrid Voynich adquirió 30 manuscritos, entre ellos el que nos ocupa en un viaje realizado exclusivamente para adquirir libros antiguos.
Revisando un arcón que contenía los libros que los curas deseaban vender, le llamó la atención un volumen en cuarto escrito en unos extraños caracteres que Voynich no pudo identificar.

Los sacerdotes se mostraron de acuerdo en vender a Voynich el manuscrito y la carta que encontró en su interior, y éste los llevó a su negocio londinense. Confundido por los extraños símbolos que cubrían las páginas, Voynich decidió fotografiar cada una de las 246 páginas tanto por el anverso como por el reverso , y envió las copias a los más reputados lingüistas de su tiempo: ninguno de ellos fue capaz de identificar la lengua, como tampoco el juego de caracteres con el que el libro está escrito.

Voynich se muda a Nueva York en 1914, dedicando el resto de su vida a intentar descifrar su querido libro. En 1961, tras fallecer Voynich, su viuda vendió (sorprendentemente) el libro a otro marchante de libros antiguos, llamado H. P. Kraus. No pudiendo encontrar un comprador, Kraus donó el manuscrito a la Universidad de Yale en 1969.

EL AUTOR DEL MANUSCRITO VOYNICH 
Roger Bacon
Roger Bacon nació en Ilchester, Somerset, Inglaterra, en 1214, y murió en Oxford en 1292. A la edad de trece años ingresa en la Universidad de Oxford donde destacó en gramática, lógica, retórica, geometría, aritmética, música y astronomía. Acabados los estudios, continúa en la misma universidad como profesor. El joven Bacon llegó a ser en la mayor autoridad sobre Aristóteles, y, cuando fue llamado para enseñar en la Universidad de París, introdujo la aristotélica como ciencia central dando interminables clases que comenzaban a las 6 de la mañana.
La carta, adjunta al manuscrito, de Marci a Kircher (1665), dice que, según su último amigo Raphael Mnishovsky, el Emperador Rodolfo II de Bohemia (1552-1612) habría comprado el libro por 600 ducados (unos 50.000 dólares en moneda contemporánea). Según la carta, Rodolfo (o tal vez Raphael) creían que el autor era el fraile y polígrafo franciscano Roger Bacon (1214-1294).

A pesar de que Marci dijo que "no opinaba" acerca de la anterior afirmación, Voynich la tomó bastante en serio e hizo todo lo posible por confirmarla. Su convicción influyó poderosamente en la mayoría de los intentos de desciframiento durante los 80 años siguientes. Sin embargo, los estudiosos que han visto el manuscrito y están familiarizados con la obra de Bacon han negado rotundamente tal posibilidad. También hay que advertir que Raphael murió en 1644, y la compra debió ocurrir antes de la abdicación de Rodolfo, en 1611, (al menos 55 años antes de la carta de Marci).
¿Escribió Roger Bacon el manuscrito?. Las fechas no concuerdan (Bacon, siglo XIII, manuscrito, siglo XV).  La única y remota posibilidad sería que fuese una copia de una obra suya.

John Dee 
La hipótesis de la autoría de Roger Bacon condujo a Voynich a concluir que la única persona que pudo vender el manuscrito a Rodolfo fue John Dee. John Dee (1527 -1609) fue un notorio matemático, astrónomo, astrólogo, ocultista,navegante y consultor de la reina Isabel I. Dedicó gran parte de su vida al estudio de la alquimia, la adivinación y la filosofía hermética.
Dedicó mucho tiempo y esfuerzo en los últimos treinta años de su vida a tratar de comunicarse con los ángeles a fin de aprender el lenguaje universal de la creación y lograr la unidad de preapocalíptica de la humanidad.
Dee no dibujó distinciones entre su investigación matemática y su estudio de la magia hermética, la invocación de ángeles y la adivinación. Consideró sin embargo que todas sus actividades constituían diferentes facetas de la misma búsqueda: la indagación de una comprensión trascendente de las formas divinas que subyacen al mundo visible, que Dee llamó "verdades puras".
El alto estatus de Dee como erudito también le permitió desempeñar un papel en la política isabelina. Sirvió como asesor ocasional y tutor de Isabel I y cultivó relaciones con sus ministros Francis Walsingham y William Cecil.

Pero además de todo ello, Dee era conocido por ser propietario de una gran colección de manuscritos de Bacon. Dee y su scrier (ayudante "medium") Edward Kelley vivieron varios años en Bohemia, donde habían esperado ofrecer sus servicios al Emperador. Sin embargo, los minuciosos diarios de Dee no mencionan esta venta, lo que la hace improbable. De todas formas, si el autor no fuera Bacon, la relación de Dee con el manuscrito simplemente desaparece. Por otra parte, el propio Dee lo podría haber escrito, y luego propagó el rumor de que era una obra original de Bacon, con la esperanza de venderlo posteriormente. Otros afirman que se lo regaló el Duque de Northumberland tras haberlo encontrado en uno de los monasterios expliados  por él.

Edward Talbot “Kelley”
Edward Kelley (1555 -1597), alquimista y ocultista inglés es conocido sobre todo por sus viajes junto a John Dee, su trabajo como medium y el supuesto poder transmutar el cobre en oro gracias a un polvo secreto que había extraído de la tumba de un obispo en Gales..Algunos dicen que fue un charlatán que se aprovechó de John Dee, pero otros aseguran que ayudo a Dee a iniciarse en los secretos de la sabiduría arcana. De nombre Edward Talbot, usaba el alias de “Kelley” para ocultar su identidad.

Detenido en Lancaster como estafador y falsificador de documentos de propiedad. Condenado y expatriado se asoció al doctor Dee convirtiéndose en su medium ya que a través de su bola de cristal era capaz de mantener conversaciones con los ángeles (sin duda, ayudado por sus dotes de ventrílocuo). Al lenguaje de los ángeles lo llamaba "enoquiano", derivado de Enoc, el padre de Matusalén; según el apócrifo "Libro de Enoc". Con Dee recorrió Europa haciendo creer a las gentes sencillas que habían descubierto la piedra filosofal y el elixir de la larga vida.

Ya en Praga, sede de la Corte, se instalaron en el domicilio de Taddeus Hajeck, astrónomo, botánico, alquimista y médico del emperador —también conocido por su apellido latinizado Háyek—, donde algunos afirman pudo haber conseguido el manuscrito Voynich. Las actividades que desarrollaron en Praga no son demasiado bien conocidas, ya que una parte del diario personal del doctor se ha perdido.
Dee y Kelley se mudan a Praga en para ponerse al servicio de Rodolfo II. Para ser admitido entre los alquimistas de la corte tuvo que someterse a un examen ante la máxima autoridad en este terreno que no era otro que el doctor Hájek: su actuación durante el examen fue impresionante y según un testigo presencial (el médico y alquimista francés Nicolás Barnaud) vertió una gota de un aceite color carmesí sobre medio kilo de mercurio y lo transmutó en oro.

En febrero de 1590 Rodolfo II le otorgó un título nobiliario (Eques auratus, equivalente al Sir inglés), pero poco tiempo después lo arrojó a las mazmorras del castillo de Krivoklát. Las razones de su encarcelamiento varían según la versión. Una reza que fue para que confesara las estafas cometidas a dos joyeros de Colonia, otra que fue para que revelase al emperador el secreto en exclusiva de la preparación de su precioso elixir evitando su huida a Inglaterra; otra que fue encarcelado para obligarle a traducir el manuscrito Voynich que según había comunicado a Rodolfo II, era capaz de descifrar. Sea como fuere se le condenó por un delito de Lesa Majestad y encontró la muerte al intentar evadirse bajando por una escala elaborada con la ropa de su cama: una vez que Kelley se separó del doctor Dee cesaron las visitas de los "espíritus" para siempre.

Además de varios poemas, dos de ellos publicados en el Theatrum Chemicum Britanicum, de Ahsmole, se le deben las obras Fragmenta (publicada en Geismar, en 1647),Epistolas y De Lapide Philosophorum (escrita en la cárcel, publicada en Hamburgo en 1676) así como los breves La Vía húmeda (en referencia a uno de los dos métodos para obtener los polvos de proyección) y 'Teatro de Astronomía Terrestre'.
En Praga se han conservado hasta la actualidad dos casas relacionadas con las estancias de Edward Kelley: la llamada casa de Fausto que el alquimista adquirió en 1590, y la denominada casa del Asno en la Cuna; en la esquina de esta última casa se alza una vieja torre de la que se disfruta un hermoso panorama del Barrio Pequeño y de la Ciudad Vieja de Praga: precisamente en dicha torre fue donde Kelley tenía su famoso laboratorio de alquimista.
Algunos han sugerido que, igual que Kelley inventó el "enoquiano" para engañar a Dee, podría haber creado el manuscrito Voynich para estafar al Emperador (quien además pagaba a Kelley por sus presuntos conocimientos alquímicos). Sin embargo, si Roger Bacon no es el autor del manuscrito, la relación de Kelley con el mismo es tan improbable como la de Dee.

Simón  Bakalar
Simon Baccalaureus Pragensis no es más que el nombre latinizado del padre del doctor Hájek, Simón Bakalar de Praga (1485-1551), cuyo verdadero nombre era Simón Hájek, famoso por el taller alquímico que desde 1518, mantenía en su casa y que contaba con la ayuda y colaboración de jóvenes aprendices de alquimista.
Como dijimos anteriormente John Dee, se alojó en su camino a Polonia, en la casa de Simón Hájek médico del emperador, erudito, astrónomo y autor de varios trabajos sobre la estrella nova del año 1572, el cometa de 1577, efemérides astronómicas y otros estudios científicos gracias a los cuales trabó amistad con el mismo doctor Dee. Allí Hájek les cedió un "estudio" o gabinete de trabajo que había pertenecido a su padre y ayudantes, cuyas paredes, estaban cubiertas de todo tipo de signos, jeroglíficos y motivos alquímicos, alegóricos y mágicos grabados en costosas letras de oro y plata.

En este estado de cosas, la visita de su amigo inglés Dee pudo ser aprovechada por Hájek para darle a conocer un "libro" que su padre escribió en algún momento entre 1518 y 1525 y que posiblemente heredara tras su muerte y que ni él mismo era capaz de descifrar. Así solicitó ayuda a John Dee, erudito y criptógrafo de reconocido prestigio. De esta época data el comentario de Arthur Dee (1579-1651) quien dice que durante su viaje por Europa vio a su padre intentando traducir un libro "que sólo contenía jeroglíficos", quizá el mismo documento que hoy llamamos Manuscrito Voynich y que, a modo de "Diario de Trabajo", contenía los experimentos, hallazgos y errores alquímicos transcritos por Simón Bakalar, sus ayudantes y aprendices* durante sus años como alquimista. Es posible que ni Dee fuese capaz de traducirlo por lo cual, vencido y sin esperanza de encontrar una solución (una vez perdida para siempre la clave con la muerte de su padre), el doctor Hájek terminó por regalárselo o vendérselo al emperador con la esperanza de que alguno de sus expertos alquimistas y magos pudiese encontrarle algún sentido. 

Ramon Llull
Ramon Llull (c. 1232 - 29 de junio de 1315), también conocido como Raimundus o Raymundus Lullusen latín, fue un laico próximo a los franciscanos (pudo haber pertenecido a la Orden Tercera de los frailes Menores), filósofo, poeta, místico, teólogo , novelista, alquimista, clérigo, mujeriego, viajero, comerciante e y misionero catalán del siglo XIII, predicando el cristianismo por el norte de África.

Fue uno de los primeros en usar una lengua neolatina para expresar conocimientos filosóficos, científicos y técnicos, además de textos novelísticos. Se le atribuye la invención de la rosa de los vientos y del nocturlabio
Llull se dedicó a diseñar y construir una máquina lógica. De naturaleza mecánica, en ella las teorías, los sujetos y los predicados teológicos estaban organizados en figuras geométricas de las consideradas "perfectas" (por ejemplo círculos, cuadrados y triángulos). Al operar unos diales y palancas, girando manivelas y dando vueltas a un volante, las proposiciones y tesis se movían a lo largo de unas guías y se detenían frente a la postura positiva (certeza) o negativa (error) según correspondiese. Según Llull, la máquina podía probar por sí misma la verdad o mentira de un postulado.

El religioso bautizó a su instrumento con el nombre de Ars Generalis Ultima ("Última arte general") o Ars Magna ("Gran arte"), aunque hoy se la conoce a veces como Ars Magna et Ultima. El ingenio fue tan importante para él que dedicó la mayor parte de su ingente obra a describirlo y explicarlo.
Ramón Llull fue una figura misteriosa, extravagante y que bien pudiera haber sido el autor del manuscrito Voynich. No en vano, algunas figuras que aparecen en él recuerda a la obra del mallorquín. En su contra estaría que aparentemente el manuscrito es posterior a la fecha de su muerte por lo que en todo caso, se  trataría de alguna copia realizada con posterioridad de algún escrito oculto de Ramón Llull o sus seguidores.

Jacobus Sinapius
Una reproducción fotostática de la primera página del manuscrito Voynich, hecha por Voynich en algún momento anterior a 1921, mostraba el rastro débil de unas palabras que habían sido borradas. Con la ayuda de algunos productos químicos, se pudo leer que el texto decía "Jacobj `a Tepenece": es decir, Jakub Horcicky de Tepenec, en latín Jacobus Sinapius, un especialista en hierbas medicinales, médico personal de Rodolfo II y encargado de sus jardines botánicos. Voynich, y muchos otros después, dedujeron de esta "firma" que Jacobus poseía el manuscrito Voynich antes que Baresh, y vio en ello una confirmación de la historia de Raphael. Otros han sugerido que el propio Jacobus pudo ser el autor.

Sin embargo, la caligrafía de las palabras difuminadas no coincide con la de la firma de Jacobus, que aparece en un documento recientemente localizado por Jan Hurich. Por ello es posible que la escritura de la primera página fuera añadida posteriormente por un dueño o librero, y sería sólo la hipótesis de esta persona acerca del autor del manuscrito. En los libros de historia de los jesuitas de los que disponía Kircher, Jacobus era el único alquimista o médico de la corte de Rodolfo que merece una entrada de una página completa mientras que, por ejemplo, apenas si mencionan a Tycho Brahe. Además los productos químicos aplicados por Voynich han deteriorado tanto el pergamino que actualmente apenas si se puede ver rastro de la escritura, así que también existe la sospecha de que la firma fuera falsificada por Voynich para contribuir al fortalecimiento de la hipótesis de la autoría de Roger Bacon.

Johannes Marcus Marci
Johannes Marcus Marci conoció a Kircher cuando encabezaba una delegación de la Universidad Carolina de Praga a Roma en 1638, y en los 27 años siguientes los dos eruditos intercambiaron correspondencia sobre una gran variedad de disciplinas científicas. La misión de Marci formaba parte de la lucha continua de la facción secularista de la Universidad para mantener su independencia respecto a los jesuitas, quienes dirigían el Colegio Clementinum de Praga, rival de la Universidad. A pesar de esos esfuerzos, las dos universidades se fusionaron en 1654 bajo control de los jesuitas. Por tanto, se ha especulado que la animosidad política contra los jesuitas llevó a Marci a "fabricar" la carta de Baresch, y más tarde el manuscrito Voynich, en un intento de desacreditar a su "estrella" Kircher.

La personalidad y conocimientos de Marci parecen adecuados para llevar a cabo esta tarea, y Kircher, un "Doctor Sabelotodo", era una presa fácil, pues se le recuerda más por sus errores espectaculares que por logros genuinos. Incluso la carta de Baresch guarda cierto parecido con un fraude que el orientalista Andreas Mueller hizo al propio Kircher: Mueller elaboró un manuscrito ininteligible y se lo envió a Kircher, con una nota adjunta que explicaba que procedía de Egipto. Pidió a Kircher una traducción, y se sabe que Kircher hizo una inmediatamente.
Merece la pena señalar que las únicas pruebas de la existencia de Georg Baresch son tres cartas enviadas a Kircher: una remitida por Baresch (1639) y dos por Marci (como un año después). También es curioso que la correspondencia entre Marci y Kircher acaba en 1665, precisamente con la carta adjunta al manuscrito Voynich. Sin embargo, el resentimiento secreto de Marci contra los jesuitas es pura conjetura: era un católico devoto, él mismo había estudiado para hacerse jesuita, y poco después de su muerte en 1667 le fue  concedida la pertenencia honorífica a la Orden.

Raphael Missowsky
Raphael Missowsky, amigo de Marci al que se atribuye la historia de Bacon, era criptógrafo entre otras muchas cosas, y parece que inventó un cifrado presuntamente indescifrable. Esto ha llevado a la hipótesis de que elaboró el manuscrito Voynich como una demostración práctica de dicho cifrado, y convirtió al pobre Baresh en un involuntario conejillo de Indias. La hipótesis sigue con que después de que Kircher publicase su libro sobre el copto, Raphael pensó que engañar a éste sería un trofeo mucho más jugoso que engañar a Baresch, y convenció al alquimista para que pidiera ayuda al jesuita. Habría inventado la historia de Roger Bacon para motivar más a Barech. El hecho de que se abstuviera de dar su opinión en la carta adjunta al manuscrito Voynich puede significar que Marci sospechaba que era una mentira. Sin embargo, no hay  pruebas definitivas de esta teoría.

Anthony Ascham
El doctor Leonell Strong, investigador del cáncer y criptógrafo aficionado, intentó descifrar el manuscrito Voynich. Strong dijo que la solución era "un peculiar sistema doble de progresiones aritméticas de un alfabeto múltiple". Strong defendía que el texto revelaba que el autor del manuscrito Voynich era el autor inglés del siglo XVI Anthony Ascham, cuya obra incluía A Little Herbal ("Un pequeño herbario"), publicado en 1550. Aunque el manuscrito Voynich contiene secciones parecidas al herbario, el principal argumento contra esta hipótesis es que se desconoce dónde habría obtenido este autor los conocimientos literarios y  criptográficos necesarios.

TEORÍAS DE SU PROPÓSITO
Herbario medieval
La primera sección del libro es casi seguro un herbario, pero han fracasado completamente todos los intentos para identificar las plantas, ya sea con especies existentes o con los dibujos estilizados de los herbarios contemporáneos. Algunos autores afirman que no corresponden a especies terrestres y que las ilustraciones, examinadas bajo el microscopio, lucen no como dibujos sino como células, muestras de tejido vegetal de la planta. Sólo se pueden identificar con alguna certidumbre un par de plantas, entre las que se incluyen elpensamiento silvestre, la acedera y el helecho "culantrillo" o "cabello de Venus". Los dibujos del herbario que se asemejan a los bocetos "farmacológicos" parecen ser "copias en limpio" de éstos, salvo que se completaron las partes que faltaban con detalles inverosímiles.

De hecho, muchas de las plantas parecen ser compuestas (jocosamente se les ha llamado "frankenplantas"): se juntan las raíces de una especie con las hojas de otra y las flores de una tercera; en ocasiones las raíces han sido adornadas con "ojos", zarpas o incluso garras: se desconoce qué significan estos adornos (salvo que fuesen claves o pistas visuales de algún tipo).
Brumbaugh cree que una ilustración representa un girasol del Nuevo Mundo, lo que ayudaría a fechar el manuscrito y abriría posibilidades intrigantes acerca de su origen. Sin embargo, la semejanza es escasa, sobre todo si se la compara con la especie silvestre original; y puesto que se desconoce la escala del dibujo, la planta podría representar un ejemplar de una amplia familia botánica, compuesta por muchas especies  (margarita, camomila,...) y extendida por todo el mundo.

Obra alquímica
Los recipientes y tubos de la sección "biológica" podrían indicar una relación con la alquimia, lo que sería relevante si el libro contuviera instrucciones para la preparación de compuestos médicos. Sin embargo los libros alquímicos del periodo comparten un lenguaje visual común, en el que se representan los procesos e ingredientes por medio de imágenes específicas (el águila, el sapo, un hombre en una tumba, una pareja en la cama, el sol, etc.) o símbolos textuales convencionales (un círculo con una cruz, etc.); no se identifica ninguno de ellos en el manuscrito.

Herbario alquímico
Sergio Toresella, experto en herbarios antiguos, señaló que el manuscrito Voynich podría ser un herbario alquímico, que de hecho no tiene nada que ver con la alquimia. Se trata de un herbario ficticio con dibujos inventados, con el que los curanderos cargaban para impresionar a sus clientes. Parece que existió una pequeña industria doméstica de tales libros en alguna parte de Italia Septentrional, justo en esa época. Sin embargo, esos libros eran muy diferentes del manuscrito Voynich en estilo y diseño, y siempre estaban  escritos en lenguaje normal.

Diario de laboratorio
Algunos autores sostienen que el Manuscrito Voynich no es más que un "diario de laboratorio", puede que incompleto, alterado ex-profeso o recopilado apresuradamente escrito en Praga por los ayudantes del alquimista Simón Bakalar Hájek con posterioridad al año 1518.

Herbario astrológico
Las consideraciones astrológicas siempre tuvieron un papel importante en la recolección de hierbas medicinales, sangrías y otros procedimientos médicos comunes en la época más probable de elaboración del manuscrito (ver, por ejemplo, los libros de Nicholas Culpeper). Sin embargo, aparte de los obvios signos zodiacales, y un diagrama que parece mostrar losplanetas clásicos, nadie ha sido capaz de interpretar las ilustraciones dentro de las tradiciones astrológicas conocidas (sean europeas o de otros lugares).

Obra astronómica
Un dibujo circular en la sección "astronómica" (folio 68 vuelto, sección 3) representa un objeto de forma irregular con ocho brazos curvados y estrellas amarillas y azules en su interior; algunos lo han interpretado como el dibujo de una galaxia, que sólo se puede observar con un telescopio e incluso se ha insinuado que el propio Roger Bacon pudo fabricar uno con un espejo cóncavo: sin embargo incluso con los mayores telescopios actuales ninguna galaxia presenta ese aspecto salvo que se utilice la fotografía; la Galaxia de Andrómeda aparece bastante de canto y no de frente como la que se aprecia en el manuscrito. El parecido es muy discutible: en una inspección ocular el centro de la "galaxia" se asemeja más bien a un estanque de agua mientras que los presuntos brazos son líneas espirales con texto, no con estrellas amarillas o azules.
Se han interpretado otros dibujos como células vistas a través del microscopio: ello implicaría un origen  moderno del manuscrito (siglo XVII), más que medieval. 

Estudio de energía nuclear
Jacques Bergier, en su obra Les livres maudits (editorial J' ai Lu, París, 1971), traducida al español como Los libros condenados (Plaza & Janés, 1973), propone una interesante y casi horripilante hipótesis: el autor del Manuscrito Voynich poseía conocimientos extraordinariamente avanzados y demasiado peligrosos para el mundo moderno, por ejemplo el secreto de las estrellas novas, por lo cual los ocultó para evitar nuestra propia autodestrucción.
No hay pruebas de tales conocimientos avanzadísimos en el manuscrito, salvo algunos diseños "astronómicos" (por ejemplo estrellas que parecen "explotar" en los folios 68 anverso y 69 reverso, aunque  pueden representar cualquier otra cosa).

Autores múltiples
Prescott Currier, un criptógrafo de la Marina de los Estados Unidos, que trabajó con el manuscrito en los 70, observó que se podían separar las páginas de la sección "herbario" en dos conjuntos, las manos A y B, con propiedades estadísticas distintas y caligrafías diversas. Concluyó que el manuscrito Voynich era la obra de dos o más autores con diferentes dialectos y convenciones ortográficas. Sin embargo, estudios recientes han puesto en duda esta conclusión. Un experto en caligrafía que examinó el libro opinó que una sola mano había redactado el manuscrito entero. Además, cuando se examinan todas las secciones, se ve una transición más gradual, con el herbario A y el herbario B en los extremos opuestos. Así, las observaciones de Prescott podrían ser tan sólo la consecuencia de que las secciones del herbario hubieran sido escritas en dos épocas muy separadas en el tiempo; también cabe la posibilidad de que el manuscrito actual haya sido cosido a partir de secciones que, originalmente, tenían otra disposición.

TEORÍAS SOBRE LA HIPOTÉTICA LENGUA (VOYNICHÉS) INTENTOS DE DESCIFRADO DEL MANUSCRITO VOYNICH
Se han avanzado muchas hipótesis acerca de la naturaleza de la lengua del manuscrito Voynich, tantos como intentos ha habido en descifrarlo. Sigue una lista no exhaustiva:

Texto griego
El primer intento serio de descifrarlo ocurrió en 1921, debido al Profesor Newbold de la Universidad de Pennsylvania. Newbold observó que en cada caracter había unos pequeños trazos sólo visibles con potentes lupas o microscopio electrónico. Newbold creyó identificar esos trazos como caracteres griegos, y concluyó que había otro texto griego oculto. Newbold afirmó que el texto griego microscópico era el verdadero contenido del Manuscrito Voynich, que databa del siglo XIII y que su autor era Roger Bacon. Años más tarde, la teoría era desestimada. Lo que el académico creyó que eran "trazos griegos" no son más, en realidad, que grietas microscópicas en la capa de tinta de los caracteres, provocados por el mero paso del tiempo.

Cifrado de sustitución En 1940 los criptógrafos aficionados Joseph M. Feely y Leonell C. Strong, intentaron aplicar la técnica llamada "cifrado de sustitución", que no es más que una vieja técnica usada desde la época romana que consiste en asignar a cada caracter del texto una letra del alfabeto latino. De hecho, lograron traducir todo el manuscrito. Por desgracia, carente de sentido.

Texto en ucraniano
En 1978 el filólogo aficionado John Stokjo aseguró que el texto estaba escrito en ucraniano pero sin las vocales. Su traducción, estaba llena de frases sin sentido que nada tiene que ver con las ilustraciones y mucho menos con cualquier aspecto relacionado con Ucrania.

Cifrado de letras
Según esta teoría, el manuscrito Voynich contiene texto, con significado en alguna lengua europea, que se hizo oscuro a propósito convirtiendo las letras mediante algún sistema de cifrado: un algoritmo que operaba sobre letras individuales. 
Ha sido la hipótesis de trabajo en la mayoría de intentos de desciframiento durante el siglo XX, incluido un equipo de criptógrafos de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de EE. UU.) dirigido por William F. Friedman, a principios de los años cincuenta. Primero agrupó el First Study Group (1944-1946) y luego el Second Study Group. Se descartaron los cifrados de sustitución simple, porque son muy fáciles de descifrar. Por eso los esfuerzos se han dirigido en general hacia los cifrados polialfabéticos, inventados por Leon Alberti hacia 1460. 
Este tipo incluye el popular cifrado de Vigenère, tal vez reforzado por el uso de símbolos vacíos o equivalentes, reordenación de letras, rupturas falsas de palabra, etc. Algunos autores suponen que se eliminaron las vocales antes del cifrado. Algunos han pretendido el éxito en el desciframiento siguiendo estos supuestos, pero ninguno ha sido ampliamente aceptado, principalmente porque los algoritmos de desciframiento propuestos dependen de tantas suposiciones por parte del lector que se podría obtener un texto con significado de cualquier serie aleatoria de símbolos. 

El principal argumento para esta teoría es que el uso de un alfabeto extraño por un autor europeo no es muy explicable, salvo como un intento de ocultar información. Lo cierto es que Roger Bacon sabía de cifrados, y la fecha estimada para el manuscrito apenas coincide con el nacimiento de la criptografía como disciplina sistemática. Contra esta teoría está el argumento de que un cifrado polialfabético normalmente destruiría las características estadísticas "naturales", que se observan en el manuscrito, tales como la Ley de Zipf. Además, aunque los cifrados polialfabéticos fueron inventados hacia 1467, las variantes sólo se hicieron populares en el siglo XVI, un poco tarde para la fecha estimada del manuscrito. 

Cifrado con libro de códigos 
Según esta teoría, las "palabras" del manuscrito Voynich en realidad serían códigos para consultar en un diccionario o libro de códigos. La prueba principal de este aserto sería que la estructura interna y la distribución de longitud de esas palabras son similares a las de los números romanos - que en ese tiempo hubiera sido un código natural para elegir-. Sin embargo, los cifrados basados en un libro de códigos sólo son viables en textos cortos, pues son muy engorrosos para leer y escribir.

Cifrado visual
James Finn propuso en su libro Pandora's hope (La esperanza de Pandora, 2004) que el manuscrito Voynich es en realidad hebreo codificado visualmente. Una vez se han trascrito correctamente la letras, usando como guía el E.V.A., se pueden leer muchas de las palabras del manuscrito en hebreo, y se repiten con diversas deformaciones para confundir al lector. Por ejemplo, la palabra AIN del manuscrito significa “ojo” en hebreo, y también aparece con formas distorsionadas como “AIIN” o “AIIIN” para hacerlas parecer como palabras diferentes cuando en realidad son la misma. 
También se utilizan otros métodos de criptografía visual. Esto explicaría el fracaso que los demás investigadores han tenido al descifrar el manuscrito, porque se basan más en una metodología matemática. El principal argumento en contra es que tal codificación cualitativa constituye un obstáculo formidable para el talento del descifrador individual, dada la multiplicidad de posibles interpretaciones visuales alternativas del mismo texto. Sería difícil separar cuánta interpretación es del texto genuino, y cuánta refleja simplemente la subjetividad del intérprete. 

Esteganografía
Esta teoría mantiene que el texto del manuscrito Voynich carece en su mayor parte de significado, pero contiene la información oculta en detalles discretos: por ejemplo, la segunda letra de cada palabra, o el número de letras en cada línea. Esta técnica, llamada esteganografía (en griego, “escritura encubierta”) es muy antigua, y la describió, entre otros, el abadJohannes Tritemius en 1499. Se ha sugerido que el texto traducido ha de ser obtenido mediante una rejilla de Cardano de algún tipo. Esta teoría es difícil de probar o rechazar, puesto que los textos esteganográficos pueden ser arbitrariamente difíciles de transcribir. Un argumento en contra es que usar un texto que aparenta estar cifrado va en contra del principal objetivo de la esteganografía, que es ocultar la propia "existencia" del mensaje secreto. 

Algunos han sugerido que el texto con significado podría estar codificado en la longitud o forma de ciertos rasgos de la escritura. Hay ejemplos de esteganografía de aproximadamente esa época, que usan el tipo de letra (por ejemplo regular frente a cursiva) para ocultar información. Sin embargo, cuando se examina con un gran aumento, los rasgos de escritura del manuscrito Voynich tienen un aspecto natural y aparecen afectados principalmente por la superficie rugosa del pergamino.

Lenguaje natural exótico
El lingüista Jaques Guy ha sugerido que el texto del manuscrito Voynich podría estar expresado en una lengua natural exótica, aunque escrito con un alfabeto inventado. Ciertamente, la estructura de palabras es similar a la de muchas familias lingüísticas de Asia Oriental y Central, principalmente la sino-tibetana (chino, tibetano y birmano), la austroasiática (vietnamita,jemer,...) y tal vez la tai (tailandés, lao,... ). En muchas de estas lenguas, las "palabras" (es decir, las unidades lingüísticas más pequeñas con un significado definido) constan de una sola sílaba; y esas sílabas tienen una estructura bastante rica, incluidos patrones tonales. 

Esta teoría goza de cierta plausibilidad histórica. Aunque esas lenguas disponen en general de sistemas de escritura propios, éstos suelen ser notablemente difíciles para los visitantes occidentales, lo que motivó la invención de varios alfabetos fonéticos, habitualmente usando letras latinas, pero a veces se emplearon letras inventadas. Aunque los ejemplos conocidos son muy posteriores al manuscrito Voynich, la historia registra cientos de exploradores y misioneros que lo podrían haber hecho (incluso antes del famoso viaje de Marco Polo en elsiglo XIII), pero especialmente después de que Vasco de Gama descubriese la vía marítima a Extremo Oriente en 1499. El autor del manuscrito Voynich podría ser también un nativo delLejano Oriente que vívía en Europa, o bien se educó en una misión europea. 

El principal argumento a favor de esta teoría es que es consistente con todas las propiedades estadísticas del texto del manuscrito Voynich que han sido comprobadas a la fecha, incluyendo las palabras dobladas y triplicadas que aparecen en los textos escritos en chino y vietnamita con la misma frecuencia aproximada que en el manuscrito. También explica la aparente falta de números y de características sintácticas occidentales (tales como artículos y cópulas), y la inescrutabilidad general de las ilustraciones. Otra posible pista la constituyen dos grandes símbolos rojos en la primera página, que han sido comparados con el título de un libro de estilo chino, dado la vuelta y pobremente reproducido. Además, la aparente división del año en 360 grados (en lugar de 365 días), en grupos de 15 y comenzando en Piscis, son rasgos propios del calendario agrícola chino (jie q'i). 

El principal argumento en contra de esta teoría es que nadie (incluidos los eruditos de la Academia de Ciencias de Pekín) ha podido encontrar ningún ejemplo claro de simbolismo oriental o de ciencia asiática en las ilustraciones. 
A finales de 2003, el polaco Zbigniew Banasik propuso que el manuscrito es texto redactado en idioma manchú, y dio una traducción incompleta de la primera página del manuscrito. 

Lengua políglota
En el libro Solution of the Voynich Manuscript: A liturgical Manual for the Endura Rite of the Cathari Heresy, the Cult of Isis ("La solución al manuscrito Voynich: un manual litúrgico del rito de Endura en la herejía cátara, el culto a Isis", 1987), Leo Levitov afirmó que el manuscrito era una transcripción sencilla de una "lengua oral políglota", que definió como "una lengua literaria comprensible para aquéllos que no entendieran el latín, a quienes se les podría leer en esta lengua". Propuso un desciframiento parcial en una mezcla de lengua flamenca medieval con muchos préstamos lingüísticos de francés antiguo y antiguo alto alemán. 

Según Levitov, el rito de Endura no era sino un ritual de suicidio asistido, asociado con la fe cátara. Para Levitov, el manuscrito Voynich representa uno de los últimos legados de los cátaros, un derivado del cristianismo que vivió días de gloria y de severa confrontación con la Iglesia Católica entre los siglo X y XIII . El catarismo creía en la existencia de dos mundos en eterno conflicto creados por una figura maligna y otra benigna. Entre las prácticas usadas por los cátaros pudo existir (es puesto en duda) un ritual llamado “endura”, que sirvió a Levitov como base para formar su muy particular teoría del origen y significado de las ilustraciones del manuscrito Voynich. 

El ritual cátaro era un proceso de suicidio lento y sagrado. De acuerdo con Levitov, los fieles se abrían las venas para derramar la sangre en enormes tinajas llenas de agua o, quizá, en estanques. 
Así explica que las plantas quiméricas no están destinadas a representar ninguna especie botánica, sino que son símbolos secretos de la fe. Las mujeres en las tinas junto a la red de tuberías representan el propio suicidio ritual, que incluiría la venesección: cortarse las venas para que la sangre se derramase en un bañera con agua caliente. Las constelaciones sin análogo celestial representan las estrellas del manto de Isis. 
Se cuestiona esta hipótesis en varios frentes. Uno es que se sabe muy bien que la fe cátara era un gnosticismo cristiano, y no se asociaba de ninguna forma con Isis, por lo que entra en contradicción con la teología cátara, perfectamente documentada. Además, la existencia del propio rito del Endura está puesto en duda. Otro es que esta teoría sitúa el origen del libro en los siglos XII o XIII, con lo que sería considerablemente más antiguo que lo que incluso los partidarios de la teoría de Roger Bacon defienden.  Levitov no ofreció ninguna defensa frente a este argumento, más allá de su traducción. Las conclusiones de Levitov, decían, tenían mucho de intuición y muy poco de rigor académico. 

Lengua artificial 
La peculiar estructura interna de las “palabras” del manuscrito Voynich ha llevado a William F. Friedman y John Tiltman a postular por separado que el texto podría ser simplemente unalengua artificial, y más específicamente, una lengua filosófica. Las lenguas de este tipo tienen un vocabulario organizado según un sistema de categorías, por lo que se puede deducir el significado general de una palabra por la secuencia de las letras que la componen. Por ejemplo, en la lengua artificial moderna Ro, bojo es la categoría de los colores, y cualquier palabra que comience con esas letras sería el nombre de un color: así rojo es bofoc, y amarillo es bofof (es, pues, una versión extrema de la Clasificación Decimal Universal que se usa en las bibliotecas). 

Este concepto es bastante antiguo, como lo prueba el libro Philosophical Language (“Lengua Filosófica”) de John Wilkins. En los ejemplos más conocidos, las categorías se subdividen añadiendo sufijos; como resultado, un texto sobre una materia concreta tendría muchas palabras con prefijos similares. Por ejemplo, todos los nombres de plantas empezarían con letras similares, y análogamente con todas las enfermedades, etc. Esta característica podría entonces explicar la naturaleza repetitiva del texto Voynich. 
Sin embargo, nadie ha podido asignar un significado plausible a cualquier prefijo o sufijo del manuscrito, además de que todos los ejemplos conocidos de lenguas filosóficas son bastante tardíos (siglo XVII). 

Engaño elaborado 
Las extrañas características del texto del manuscrito (tales como las palabras duplicadas o triplicadas) y el contenido sospechoso de sus ilustraciones (tales como las plantas quiméricas) han llevado a muchos a pensar que el manuscrito es en realidad un engaño. 
En 2003 el especialista en computación doctor Gordon Rugg mostró que se podía reproducir texto con características similares a las del que contiene el manuscrito, mediante el uso de una tabla con prefijos, raíces y sufijos, que habrían sido seleccionados y combinados por medio de una plantilla de papel perforado. Este mecanismo, conocido como rejilla de Cardano, se inventó hacia 1550 como herramienta criptográfica. Sin embargo los pseudo textos generados en los experimentos de Gordon Rugg no tienen las mismas palabras y frecuencias que el manuscrito Voynich, y su parecido con el voynichés es sólo visual, no cuantitativo. Puesto que también se puede producir un galimatías aleatorio que se parezca al español (o a cualquier otra lengua) en una medida similar.

EL PROYECTO E.V.M.T.
A finales del pasado siglo se creó el Proyecto E.V.M.T. (European Voynich Manuscript Transcription) a cargo de Gabriel Landini y René Zandbergen, cuya misión ha sido transcribir a signos latinos el manuscrito. Posteriormente se han unido al proyecto expertos de todo el mundo e incluso ha aparecido en Internet una lista de correo.

SABER MAS
La historia del mayor imaginador de todos los tiempos

SINOPSIS:
Nikolaos Popoulos nació en la Atenas otomana a comienzos del siglo XVI y siempre quiso ser escritor, para poder dejar constancia de una mínima parte de todo lo que se estaba gestando en su imaginación ilimitada. No obstante, como si pesara sobre él un maleficio, su vida lo condenará una y otra vez a ser un hombre de acción. El gran imaginador es un viaje épico a los orígenes de la ficción y la fábula. De la mano de Popoulos conoceremos a los piratas uscoques, a la Condesa Sangrienta y al gólem de Praga, inspiradores de los mitos de Drácula y del monstruo de Frankenstein, y trabaremos íntima amistad con Miguel de Cervantes, mucho antes de que se convirtiera en el más famoso genio de las letras universales. Una deliciosa novela que aúna con originalidad lo fantástico con lo histórico, con el terror y la aventura, para acabar ofreciendo la explicación más completa y sorprendente que pudiéramos esperar sobre el origen del Manuscrito Voynich.



SOBRE EL AUTOR SE HA DICHO

«Muñoz Rengel va sobrado de imaginación»
EL PAÍS, España

«Prosa culta y desenfadada. Una elegante textura literario-filosófica»
LIBERO PENSIERO, Italia

«El talento de Juan Jacinto Muñoz Rengel es su rica imaginación»
L'HUMANITÉ, Francia

«Muñoz Rengel promete contagiar a miles de lectores».
EL PERIÓDICO, España

«Hilarante. Irresistible»
PARIS MATCH, Francia

«De Calvino a Borges. De Vila-Matas a Piglia».
Jorge Volpi, México

«Uno de esos autores para quien escribir es imaginar, inventar, agregar cosas nuevas al mundo»
Pablo De Santis, Argentina

«Su nombre representa hoy en día una de las voces más interesantes de la narrativa española contemporánea»
EL IMPARCIAL, España