La mayor parte de nuestro conocimiento social, así como nuestras
creencias sobre el mundo, emanan de las informaciones que leemos o
escuchamos a diario. Es muy probable que no exista otra forma de
conocimiento, salvo al que nosotros podemos acceder de forma directa, o
sea, viendo, tocando y sintiendo. Incluso de esta manera no todo lo que
podemos observar de forma directa, es lo que realmente existe, pues
siempre recibiremos las cosas desde nuestro punto de vista y forma de
pensar y creer.
A pesar de todo, esta página lo único que hará será exponer aquellos
sucesos que trascienden a consecuencia de su singularidad, la cual los
hacen sobresalir de los hechos normales y cotidianos de cada día. Espero
que les sea al menos, interesante.
Manuel Blanco Romasanta fue un
psicópata español que admitió haber asesinado a trece personas en el siglo XIX,
convirtiéndose en el primer asesino en serie del que se tienen registros en el
país. Condenado a la pena de muerte, su condena fue posteriormente conmutada a
cadena perpetua por considerarse el primer caso de licantropía clínica.
Y es que el asesino, tras
confesar sus crímenes, aseguró no tener la culpa de lo que había hecho. Según
contó, él era víctima de una maldición que lo convertía en un lobo. Por ello,
fue conocido también como, “El Hombre Lobo de Allariz”, el “Sacamantecas” o el
“Hombre del Saco”, estos dos últimos apodos debido al oficio que tenía.
Su vida familiar
Manuel Blanco Romasanta, nació el
18 de noviembre de 1809 en la aldea de Regueiro, ubicada en la provincia de
Orense, localidad perteneciente a la comunidad autónoma de Galicia, donde vivió
con sus padres Miguel Blanco y María Romasanta. Una curiosidad en la vida de
este asesino es que en su partida de nacimiento aparece como Manuela Blanco
Romasanta, ya que al principio creyeron que era una niña. De hecho se dice que
fue criado como una niña hasta los seis años cuando un médico descubrió su
verdadero sexo.
No existen demasiados detalles
sobre sus primeros años de vida. Pero se cree que provenía de una familia
acaudalada debido a que Romasanta sabía leer y escribir, una habilidad poco
común para la época. Además, el asesino parecía haber sido criado bajo los
valores cristianos, ya que según los registros, a los 15 años él y sus dos
hermanos recibieron la confirmación en abril de 1825.
Romasanta fue descrito como un
chico de aspecto físico normal, rubio y con facciones tiernas, según algunos
historiadores. Sin embargo, se dice que su estatura era más baja que la
promedio, siendo esta de solo 1.37m. De niño tenía agilidad mental y mucha
destreza manual, algo que puede deducirse por los múltiples oficios que
aprendió. Fue tendero, sastre, buhonero, carpintero, entre otros. Y fueron
estas habilidades las que en un futuro se convirtieron en su modo de vida y las
que le abrirían las puertas al terrible camino que emprendió.
Con 21 años, Romasanta se casó
con Francisca Gómez Vázquez. Contrajeron nupcias el 3 de marzo de 1831, pero la
felicidad no duró demasiado. En marzo de 1834, su esposa falleció. Hasta este
momento, el psicópata no se había estrenado como asesino, así que no tuvo nada
que ver con la muerte de Francisca. El hecho de no haber tenido hijos le
facilitó a Romasanta el trabajo de abandonar el lugar.
Cambió su vida sedentaria para
convertirse en un vendedor ambulante que viajaría en un principio por
diferentes zonas de la provincia de Esgos, para posteriormente abarcar toda la provincia
de Galicia.
Siendo un hombre viudo y con solo
24 años, decidió recorrer otros lugares de España llegando incluso a Portugal.
Aquellos viajes no solo le permitieron conocer diferentes caminos, sino que
también lo enseñaron a moverse con soltura por los bosques, un lugar donde
tiempo después cometería sus crímenes.
Su primer crimen
El primer crimen que cometió
Romasanta ocurrió en 1843 cerca del municipio de Ponferrada, ubicado en la
comunidad autónoma de Castilla y León. Se trató de un alguacil de la localidad.
Se dijo que este fue a embargarle
por una deuda de 600 reales que tenía con un comerciante. Después de aquella
supuesta reunión, el alguacil apareció muerto. Y por ello lo culparon de
homicidio. Pero antes de ser juzgado, huyó a Rebordechao (Allariz), una
localidad montañosa ubicada en Galicia.
En los siguientes años, Romasanta
comenzó a mezclarse poco a poco entre la población local, y no solo fue estableciendo relaciones personales
con ellos sino que incluso se hizo amigo de muchas mujeres, sobre todo porque
se llegó a desempeñar como tejedor, un oficio casi exclusivo de mujeres. Para
aquella época parecía un ciudadano más que ejemplar. Pero fue después de llevar
un tiempo asentado en el pueblo que comenzó a su larga cadena de asesinatos.
Así operaba
Todo comenzó con unas extrañas
desapariciones en el pueblo. Aunque al principio nadie lo notó. Resulta que el
modus operandi de este asesino se basaba en acompañar a mujeres que salían del
pueblo en busca de una vida mejor. Romasanta se ofrecía como guía porque no
solo conocía los caminos sino que además aseguraba poder encontrarles trabajo a
estas personas.
La primera víctima fue una mujer
llamada Manuela García Blanco, quien tenía una hija de seis años. En 1846
Manuela decidió buscar su futuro fuera de Galicia y pensaba ir a Santander para
encontrar una casa a la cual servir. Así Romasanta, conocido como el tendero
ambulante, se ofreció a acompañarla hasta su destino, para enseñarle el camino
y ayudarla a asentarse en el nuevo lugar. La mujer se despidió de sus hermanas
y partió con su pequeña hija. Unas semanas después, el asesino volvió y aseguró
que la había dejado bien ubicada en la casa de un cura.
Otras mujeres del lugar,
alentadas por la perspectiva de poder conseguir una mejor vida como Manuela,
decidieron buscar su rumbo también en compañía del asesino. La segunda víctima
fue la propia hermana de Manuela, Benita. En 1847 el asesino la convenció de ir
a donde estaba su hermana y la mujer partió junto a su hijo de nueve años.
Jamás se volvió a saber nada ni de las hermanas ni de sus hijos. Hasta ese
momento no había ninguna sospecha, porque el criminal se aseguraba de escribir
unas cartas que supuestamente eran enviadas por Manuela.
En 1850 Romasanta atacaría a otra
víctima. Se trataba de Antonia Rúa, quien también tenía una pequeña hija que
apenas llevaba en brazos. Así lo hizo con un par de mujeres más. Sin embargo, a
ese punto ya muchos comenzaban a sospechar de que algo podría haberles pasado a
las mujeres que el hombre acompañaba hacia aquella tierra que prometía riquezas
y felicidad.
La desconfianza se hizo mayor
cuando descubrieron que el tendero había vendido algunas ropas de las personas
a las que supuestamente había acompañado. También comenzaron a difundirse
rumores de que Romasanta vendía ungüento hecho de grasa humana. Todo lo que se
decía llegó a oídos del asesino, quien entonces decidió huir de Galicia
portando un pasaporte falso.
Detención
Romasanta comenzó a ser conocido
por los lugareños como el hombre del unto. La voz se difundió rápidamente y las
autoridades comenzaron a relacionar los crímenes. Por ser sospechoso de los
asesinatos, se inició una búsqueda para dar con su paradero. Así, estando en el
pueblo de Nombela, Toledo, fue reconocido por unas personas y fue detenido en
1852.
Tras su detención, Manuel Blanco
Romasanta confesó doce asesinatos. Sin embargo, en su declaración aseguró que
fueron cometidos no bajo su forma humana sino como un lobo. Según el asesino,
tenía una maldición familiar que hacía que lo dominara una fuerza irresistible,
la cual lo hacía convertirse en un lobo. Al perder la forma humana, era cuando
atacaba a sus víctimas para devorarlas y alimentarse de sus carnes.
Contó que la primera vez que se
transformó lo hizo en la montaña de Couso. Cayó al suelo y comenzó a tener
convulsiones. Cuando todo paró, se había convertido en un lobo. Aseguró que
estuvo unos cinco días merodeando el lugar junto a dos lobos más que había
encontrado.
Después, cuando recuperó su
cuerpo, los otros dos animales también lo hicieron. Supuestamente se trataba de
unos valencianos a quien llamaba Antonio y Don Genaro. Estos, que también
tenían la misma maldición, se convirtieron en sus compañeros de fechorías. Aseguró
haber salido con ellos en múltiples ocasiones para devorar personas.
No obstante, después de todas
esas confesiones, Romasanta alegó que no sufría de una maldición sino de una
enfermedad. También declaró que una vez que recobró su forma humana, podía
recordar lo que había pasado. Esta información fue determinante para su
sentencia, que llegó el 6 de abril de 1856.
Aunque sus primeras declaraciones
ciertamente parecían la invención de un demente, el asesino fue examinado por
varios médicos quienes certificaron su cordura legal. Tras el juicio se llegó a
la conclusión de que no estaba loco, que no sufría ninguna enfermedad mental.
Además, su culpabilidad se había
determinado más allá de su confesión. Se demostró que había vendido las
pertenencias de las personas desaparecidas, y además dio información clave que
condujo a las autoridades hasta los restos humanos de algunas de sus víctimas.
Fue sentenciado a muerte y a pagar una multa de 1000 reales por cada víctima.
Reducción de la condena
Sin embargo, el caso tuvo tanta
atención mediática, que un hipnólogo francés que había estado siguiendo el caso
decidió enviar una carta al Ministro de Gracia y Justicia. En esta comunicación
el especialista expresaba sus dudas sobre la condición del asesino, respecto a
si sufría o no licantropía.
El hombre aseguró que había
curado a otras personas con la hipnosis y pidió que le permitieran hipnotizarlo
antes de que fuera ejecutado. El hipnólogo también envió una carta a la reina
Isabel II solicitando su intervención. Al final terminó por convencerla y
posteriormente la Reina firmó una orden en la que se reducía la sentencia del
asesino de pena capital a cadena perpetua.
De su muerte no se sabe mucho. Algunos la ubican el 14 de diciembre de 1863 en Ceuta. Sin embargo, también se dice que murió en 1854 en la prisión de Allariz, dos años después de haber sido encerrado. El problema parece ser que no hay registros. Si bien está asentado que ingresó a dicha prisión, no hay nada que constate su salida, vivo o muerto.
Por otro lado, en 2009, en un
documental de TVG Europa, se señaló la posibilidad de que el asesino haya
muerto en el castillo de San Antón (La Coruña).
Perfil psicológico de Romasanta
Según pesquisas del Centro de
Investigación y Análisis de la Criminalidad Violenta y Sexual (CIAC) sobre
Romasanta, esta historia es un caso arquetípico de un psicópata en serie.
El asesino planeaba el momento en
el que cometería el crimen y se aseguraba de no ser visto. Se encargaba de
ocultar los cuerpos para no ser descubierto e incluso falsificaba cartas para
cubrir sus huellas. También sacaba provecho de las pertenencias de sus víctimas
vendiéndolas.
Este comportamiento indicó a los
expertos que el asesino contaba con la cordura suficiente para elaborar
estrategias que lo hicieran evitar a la justicia. Además, se sospecha que
probablemente el criminal usaba algún tipo de arma para someter a sus víctimas.
Esto debido a que según los registros, el hombre no medía más de 1.37 m. de estatura. Lo que significa que era difícil que pudiera someter con demasiada fuerza a las víctimas, sobre todo a algunos hombres, que según su confesión, llegó a asesinar.Con todos estos elementos, los especialistas aseguraron que Romasanta encajaba a la perfección en la clasificación de psicópata.
Las películas inspiradas en
Romasanta
El caso de Manuel Blanco
Romasanta, más que una historia de la vida real, parece más bien una historia
extraída de un guion cinematográfico. Tanto fue así que de hecho los crímenes
de este psicópata llegaron a la pantalla grande con dos cintas: “El bosque del
lobo” y “Romasanta. La caza de la bestia”.


“El bosque del lobo” es una película de drama española estrenada en 1971. Escrita y dirigida por Pedro Olea y Juan Antonio Porto. La cinta se basó en la novela titulada “El bosque de Ancines” escrita por Carlos Martínez-Barbeitoestá, la cual se centra en el caso de Manuel Blanco Romasanta y en el mito de que era un licántropo.
“Romasanta. La caza de la bestia” es una cinta de terror de origen española-italiana y británica. Fue estrenada en 2004 y dirigida por Paco Plaza. Esta película también está basada en una novela, pero en este caso es la de Alfredo Conde. El argumento de esta obra también se basa en la historia real de Manuel Blanco Romasanta.
Curiosidades
Cosía, bordaba, calcetaba.
Cortaba trajes y vestidos. Era un ser dulce, entrañable, amigo, sobre todo, de
sus amigas. Apenas alcanzaba el metro cuarenta de estatura, y tenía "cara
de bueno". Esto último lo dice Fernando Serrulla, responsable de la
Unidada de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia. El
mismo profesional que ayer, en la primera sesión de las jornadas sobre Manuel
Blanco Romasanta que se celebran en Allariz organizacas por la Fundación
Vicente Risco, propuso una nueva teoría médica que podría barrer para siempre
el mito del lobishome (también conocido como sacaúntos) gallego: El asesino
múltiple nacido en una aldea de Esgos que en 1953 se salvó del garrote vil tras
un proceso judicial sin precedentes, seguido con interés en toda España y
financiado a espuertas por Isabel II, podría haber sido en realidad una hembra,
una lobismullernacida con un extraño síndrome de intersexualidad.
Ya se sabía que Blanco Romasanta
había sido inscrito en la partida de nacimiento, en 1809, como Manuela, aunque
un registro parroquial, ocho años más tarde, lo confirmaba como Manuel. La
última a del nombre, en realidad, no había sido una errata. Al nacer, sus padres
no tuvieron muy claro el sexo del bebé. Con el tiempo, prefirieron considerar
que aquello era un micropene, pero probablemente era un clítoris muy
desarrollado.
El antropólogo Xosé Ramón Mariño
Ferro ya apuntó hace tres años la posibilidad de que Romasanta fuese una mujer.
Ahora Serrulla lo corrobora, sugiere una enfermedad concreta y aporta nuevos
datos. Aunque dice que la seguridad absoluta no la podrá tener si no realiza
una prueba genética. Los mayores investigadores del criminal, los abogados Cástor
y Félix Castro, descartan la posibilidad de hallar sus restos.
Algunos de los grandes criminales
del siglo XIX terminaron su vida en lugares desconocidos o murieron en
condiciones extrañas. Francisco Guerrero, el primer asesino en serie
documentado de México, o Margaret Whites, una británica que mataba a niños, son
dos ejemplos. En esa lista estaba, hasta el pasado sábado, Manuel Blanco
Romasanta. Ha tenido que pasar siglo y medio para que se descubra dónde pasó su
último día el hombre lobo de Allariz. Y lo sabemos gracias a la prensa de la
época y al trabajo de dos investigadores.
Su muerte
Romasanta murió el 14 de
diciembre de 1863 entre las rejas de la prisión de Ceuta. Un cáncer de estómago
puso fin a una vida salpicada de asesinatos, con trazas de ser licántropo y
esquizofrénico paranoide. Y hasta de mercader, porque vendía los ropajes y la
grasa que quitaba a las víctimas. Fue precisamente la ropa de una de ellas, que
un familiar reconoció en otra persona, lo que delató sus tropelías.
Dos investigadores acaban de revelar que no murió en la
prisión del Castillo de San Antón de A Coruña, la teoría que reunía más puntos.
Félix y Castor Castro Vicente son los autores de un trabajo presentado en las
jornadas científicas y culturales sobre la figura de este personaje,
desarrolladas el pasado fin de semana en Allariz. La primera pista sobre su
traslado a Ceuta aparece en el semanario ilustrado El Periódico para todos, que
el 11 de octubre de 1876 publicaba que fue conducido a Ceuta, en donde vivió "sin
que diese muestras de padecer enajenaciones mentales, ni monomanías de ninguna
especie".


Otros dos periódicos certifican
su muerte en la ciudad africana. La Iberia, diario liberal, publicaba el 23 de
diciembre de 1863 una nota breve y La Esperanza, Periódico Monárquico del lunes
21 de diciembre de 1863 lleva el asunto a primera página: "Escriben de
Ceuta que Manuel Blanco Romasanta, conocido en toda España por el Hombre Lobo,
por consecuencia de sus atrocidades y fechorías, y que, juzgado en La Coruña,
fue condenado a presidio, falleció en aquella plaza el 14 del actual, a la edad
de cincuenta años, siendo víctima de un cáncer de estómago". Ambas
publicaciones eran de Madrid, lo que una vez más certifica la gran
trascendencia que alcanzó la historia, ocupando decenas de portadas en diarios
de toda Europa.
El lugar donde murió no fue la
única novedad conocida en las jornadas. El jefe superior de Policía de Galicia,
Luis García Mañá, afirmó que Romasanta pudo haber cometido sus crímenes bajo
los efectos alucinógenos del cornezuelo, un hongo parásito del centeno que
actualmente se usa para la elaboración de LSD, la popular droga líquida.
"Durante esos años, el gobernador civil alertaba del riesgo de
intoxicación por ingestión de alimentos en malas condiciones, en particular
afectaciones de cornezuelo y él presentaba síntomas coincidentes con
manifestaciones propias de la ingestión de este hongo", asegura García
Mañá.